Cómo afrontará la generación selfie una nueva depresión económica
Pilita Clark
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Pilita Clark
En uno de los artículos más populares de Financial Times este mes, seis expertos de todo el mundo respondieron a esta pregunta: ¿nos dirigimos hacia otra Gran Depresión?
No en Asia, dijo uno. Es muy probable que suceda en América Latina, dijo otro. Las predicciones acerca de Estados Unidos fueron más positivas, pero un economista dijo que pensaba que, a fin de cuentas, Europa caería en la peor recesión en tiempos de paz en casi 100 años.
Al leer sus palabras, me sorprendió el hecho de que, hace sólo unos meses, todavía se les decía a los trabajadores que se preocuparan por los robots que venían a quitarles sus trabajos. Ahora parece que incluso los robots podrían estar en problemas.
Sin embargo, cuando me asomo por la ventana desde mi departamento en Londres y veo a personas con zapatos deportivos de US$ 300 que están hablando en sus smartphones de US$ 1.240 con la ayuda de audífonos de US$ 370, es difícil imaginar que la fuerza laboral actual pudiera pasar por algo como la Gran Depresión.
Entonces, ¿qué pasaría si sucediera? En muchos sentidos, la generación selfie estaría mucho mejor preparada que aquellas personas que pasaron por el desastre que arrasó las economías del mundo hace casi un siglo.
La Gran Depresión aún evoca imágenes de rostros demacrados en las colas de los comedores populares y cambios bruscos en la vida cotidiana. “Los gatos siguen desapareciendo”, dijo un hombre de la aldea austriaca de Marienthal a los investigadores en los ‘30 que vinieron a estudiar el impacto del desempleo. “Hace sólo unos días, el gato de Herr H desapareció. La carne de gato es muy buena. También se comen perros”.
Hoy, muchos de nosotros tenemos mejores sistemas de bienestar y un servicio nacional de salud. Aún más importante, actualmente hay mucha más aceptación de que los gobiernos tienen un papel distinto que deben desempeñar en caso del desempleo masivo. “Eso no era verdad en todo el mundo en los ‘30”, dice el profesor Peter Fearon, un historiador económico de la Universidad de Leicester que ha escrito ampliamente sobre la Gran Depresión.
Durante la crisis del coronavirus, los gobiernos de todas las tendencias políticas han tomado medidas radicales para evitar el desastre financiero. Sin embargo, no ha sido suficiente para detener una cantidad escalofriante de pérdidas de empleo y esto plantea amenazas que parecen ser tan graves para los trabajadores de hoy como para los de la Gran Depresión.
Ese estudio de una aldea austriaca es famoso por lo que mostró sobre el impacto sicológico del desempleo a largo plazo, comenzando con la apatía.
Las personas sacaron menos libros de la biblioteca. Abandonaron sus membresías de partidos políticos. Los actores no querían actuar. “Han perdido el ánimo”, dijo el gerente del club de teatro del pueblo. Incluso las caminatas diarias se desviaron. Cuando los investigadores armados con relojes cronometraron en secreto a las personas en la calle, encontraron que un número sorprendente de hombres caminaban a sólo 3,2 kilómetros por hora y se detenían al menos dos veces en el camino. Literalmente parecían perder su sentido de dirección o determinación.
Nos guste o no, todavía encontramos significado en el trabajo. Por lo tanto, es probable que la generación actual de trabajadores cargados con deuda y con hipotecas, estén tan devastados por la pérdida de empleos como sus predecesores menos ricos; o tal vez más si no pueden mantener los pagos mensuales.
Sin embargo, la gente también está infinitamente mejor conectada, física y digitalmente. El viaje en masa ha sido interrumpido por el Covid-19, pero Internet permite que esta generación funcione y se comunique como ninguna otra.
Hace unos días vi lo que eso podría significar en una era de desempleo masivo cuando hablé con una “asesora de desocupación” llamada Eleanor Tweddell. Su compañía intenta reducir el impacto de la pérdida de empleo con herramientas online que habrían sido inimaginables para los aldeanos de Marienthal. Ella dice que 500 personas sintonizaron su reciente “festival” en línea para desempleados. Los chats de video semanales más pequeños en los que las personas desempleadas pueden intercambiar historias y consejos son aparentemente populares, junto con sus consejos sobre la mejor manera de buscar un empleo en línea.
Nada de esto puede reemplazar las políticas nacionales efectivas para ayudar a las personas a volver al trabajo, o evitar que esos empleos se pierdan en primer lugar. Pero creo que significa que si lo peor vuelve a suceder, al menos podríamos compartir lo que estamos pasando de una forma que antes hubiera sido imposible.